La inmensa mayoría de
los medios de comunicación árabes e internacionales evocan la posición de
Marruecos sobre las actuales tensiones entre Arabia saudita e Irán en términos realmente
elogiosos.
Ya extremadamente
tensas, estas relaciones entre las dos principales potencias en Oriente Medio
toman la dimensión (aun en estado embrionario y poco evidente habida cuenta de
posturas como la del ministerio marroqui de AAEE) de un conflicto abierto.
Manifestantes iraníes han atacado la embajada saudita en Teherán y el consulado
general de este país en Mashhad. Riad convoca al embajador iraní y el
presidente Ruhani condena este acto de vandalismo e insta a “juzgar a sus
autores”.
Arabia Saudita es el
aliado histórico de los occidentales. La ejecución del Cheikh Nimr y otros 46
personas ha sido condenada a “cuenta gotas” de manera descafeinada y en
términos extremadamente moderados. En un comunicado, el departamento de Estado
americano considera que Riad “toma un riesgo al exacerbar las tensiones
comunitarias cuando es, actualmente
apremiante reducir estas tensiones”.
La posición y su verdad
preconcebida. Nadie cree a EEUU cuando afirma que “se debe reducir las
tensiones comunitarias” ni a todo Occidente cuando trata, sin conseguirlo derramar algunas lágrimas de
cocodrilo.
De hecho no se trata ni
podría tratarse de tensiones comunitarias. La justicia saudita no representa a
los sunnitas del mundo y así quedo clara en la posición de éstos a través de
todo el mundo. Entre Riad y Teherán nunca sus vínculos fueron mejor pero de allí
hasta hacer arder al mundo musulmán en un fuego que nadie nunca podría apagar,
creo que es, cuando menos, insensato y criminal, venga de donde venga.
Lo decía el comunicado marroquí:
“Contamos con la clarividencia de las dos partes (Irán y Arabia Saudita) para
no permitir que las tensiones entre ambos se extiendan a otros países de la región”.
Seria, como ya hemos
dicho en muchas ocasiones, pero que un crimen, un error…mortal.
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